Habitar -sobre/en/dentro de- el bancal y su influencia bioclimática

Abstract

El lugar que ocupa una edificación con respecto al terreno donde se asienta no es una cuestión baladí. Desde una vivienda sobreelevada a la arquitectura troglodita, la posición relativa puede suponer serios condicionantes en cuanto a estabilidad estructural, protección ante los agentes atmosféricos o el comportamiento térmico en el interior del inmueble. Esta relación entre posición relativa y plano del suelo tiene una gran importancia de cara a conseguir unas condiciones higrotérmicas confortables en el interior del inmueble. Pero adquiere especial interés cuando se actúa en una topografía tallada por el hombre, como son los bancales. En la acción del modelado del terreno -desde la pendiente original al escalonamiento de las terrazas- se generan una serie de espacios de oportunidad donde posicionar el habitáculo, que podemos tipificar arquitectónicamente -según su relación en vertical- en sobre-elevada, apoyada, semienterrada y casacueva, y -en horizontal- en exenta, apoyada (de arrimo) o enterrada. Cada una de estas localizaciones da lugar a unas interacciones entre interior y exterior muy diferenciadas que, por tanto, serán más o menos adecuadas según las condiciones climáticas que se den en el entorno. El presente trabajo hace un análisis de cada una de estas tipologías arquitectónicas desde el punto de vista bioclimático para descubrir cuáles son las ventajas e inconvenientes que presentan cada una de ellas y las estrategias para minimizar o incluso eliminar dichos problemas. Al tiempo, se desarrolla una adecuada correlación entre la diversidad climática que puede darse en los territorios abancalados y la posible localización del objeto habitable, sirviendo de guía estratégica de cara a cómo habitar de forma más confortable en los paisajes aterrazados.